Estas semanas he estado bastante ocupado, así que no he podido mantener mi ritmo. Pero hace poco recordé un encuentro de hace unos años, fantasma de
Estaba con un grupo de amigos a quien veo poco, vecinos de la infancia. Habían convergido coincidentemente conocidos suyos, chicas, etc. en una reunión como pocas desde que crecimos y tomamos distintos rumbos. Y había un conocido...de esos.
Conversábamos entre todos, la conversaciones fluían de un tema a otro; por ratos nos separábamos en grupos. Seguíamos conversando y un pata me hablaba cada vez más. Yo estaba convencido que estaba verídicamente interesado en mi trabajo como consultor en esa época, o que quería contratarme para algún proyecto, hasta que luego de unas horas me invitó a conocer la oficina de su papá, donde él practicaba. Era totalmente “caleta”, que le dicen. A las 2am, so pretexto me jalaba a mi casa, fugamos.
Era un poco más bajo que yo, trigueño. Delgado pero fuerte, espaldón. Guapo. Entramos a la oficina por una puerta que daba a un pasadizo y luego a un espacio abierto y escaleras para subir a los pisos superiores. Me dijo que no podíamos hacer ruido, que en algunos otros departamentos vivía gente, entre ellas una viejita chismosa.
Sentados en dos sillones de cuero me comenzó a mostrar la pequeña colección de videos y fotos porno que llevaba en su USB. Me dijo que tenía algunas más; yo le dije que mi selección estaba mucho mejor surtida. Comenzamos a desnudarnos el uno al otro y al acercar mi cara a sus labios, los suyos, suaves y delgados, partidos en media sonrisa repentinamente pronunciaron (agarrándome los hombros):
-¿Qué haces?
Eh......
-Yo no beso hombres.
...?
-Sólo beso a mujeres. No me enamoro de hombres.
...........?
¿Y qué era el amor para él?
-Proteger a mi mujer, cuidarla. Las chicas son frágiles, delicadas, por eso me enamoro.
Tal vez traicioné mis convicciones al permitir que la arrechura gane: igual atraqué a chuparle la pinga y sendas amenidades. No la tenía muy grande...al final me vendí por unas 14 monedas a lo más. Sólo llegué a robarle un par de picos mientras él jadeaba durante la sesión.
***
Tal vez esta historia haya echado leña al fuego. Es decir, sabiendo que es un acto tan controvertido, ¡a imponerlo!